lunes, 29 de diciembre de 2014

Reseña: Voz femenina. Una mirada a la poesía de mujeres.

Hoy escarbando entre mis viejas fotocopias (el típico retrato de una estudiante de Universidad)  me encontré con una publicación seriada de la década del 90 tomada de un estandarte en la Escuela de Estudios de Género de la UN. Publicada en Medellín, la revista Vía  Pública. Cultura en Medellín fue una publicación fresca que representó el  interés de una élite intelectual  por consolidar un espacio para el debate y la divulgación de conocimiento especializado en el arte y la cultura. El número de agosto estuvo dedicado, por la cantidad de artículos relacionados con el tema, a mujeres pioneras en diversos campos del arte. Entre los artículos destacados se encuentra la  "Voz femenina". Escrito por la profesora, en esos días, de Literatura e Historia del Teatro de la Universidad de Antioquia, Natalia Pikouch; fue un hallazgo que despertó mi interés no sólo por la poesía rusa en plena Unión Soviética, sino por la poesía colombiana. 

Pikouch se centra a lo largo del artículo en la poca visibilidad de la literatura escrita por mujeres en la literatura universal. En ese primer momento, la autora destaca la notoria división sexual del trabajo en occidente. De ésta forma, emprende una diferenciación entre los roles típicos asignados en oriente (en esa categoría incluye a Asia, Rusia y Medio oriente) y occidente (Europa occidental y sus colonias) a los géneros. Occidente, desde Grecia Antigua, se ha encargado de dividir las actividades: los hombres se ocupan de labores como la política, las conquistas, la ciencia y el arte mientras que las mujeres a las  actividades concretas como el cuidado de los hijos y las labores domésticas. En Japón, según la autora, la sensibilidad literaria es femenina. La novelista del periodo Heian, la señora Musasaki, es la muestra fiel de ello. La autora dirá que, por el contrario a la cultura occidental, en Japón hombres y mujeres, a lo largo de la historia, se han hecho cargo de  actividades concretas a excepción de los ascetas, monjes y reyes.

Uno de los puntos más álgidos que destaca la autora sobre la literatura escrita por mujeres es la situación ambivalente en la que subsiste. Desde un arista, debido al lugar subalterno que ha ocupado, ha tenido que adoptar diferentes estrategias, la principal de ellas: apropiarse de códigos masculinos (léase indumentaria, nombres o ademanes). Así fue posible publicar literatura para una gran cantidad de mujeres ejemplo de ello fue George Sand. Por otra parte, los autores se han encargado de reproducir en sus líneas los personajes arquetipo: la femmale fatale o la mujer célibe; la puta o la muñeca. 

De ésta forma, la autora denuncia la ausencia de realismo en la literatura universal. Las mujeres "de carne y hueso" no se encuentran en ninguna de las magnánimes obras, a excepción de Ana Karenina de Tolstoi. Por ello, la autora exige la presencia de audaces escritoras que narren desde una perspectiva sensible la vida concreta. En  dicha tarea sitúa a mujeres que han accedido a niveles superiores de educación e independencia (económica). Intelectuales y escritoras como Simone de Behavoir, Anna Ajmatova, Marina Tzvietaieva representa a las mujeres que se encuentran en una posición social privilegiada en la estructura social y desde sus posiciones han contribuido a la creación de la identidad femenina real. 

Finalmente, la autora concluye su artículo destacando las creaciones literarias de 4  poetizas paisas: Anabel Torres, Sara B Posada, Inés Posada y Gloria Posada. Según la autora,  emprender el camino como mujeres y poetizas jovenes representa la inauguración de la poesía femenina en Colombia (es menester recordar que la autora se refiere a la Colombia de 1990). El reto es ser auténticas y desde la sensibilidad propia como mujeres labrar el camino.

Ahora, desde mi perspectiva, el artículo anteriormente reseñado presenta un enfoque ambivalente. En primera medida, denuncia una baja participación de las mujeres en la literatura universal debido a la división sexual del trabajo. Sin embargo, la autora destaca que la participación femenina en la literatura ha de ser desde la sensibilidad "innata" de las mujeres. La autora se refiere a una esencia básica de ser mujer que no es compartida por los hombres, pues ellos están ocupados de lo abstracto, mientras que las mujeres se encuentran inmersas en la vida concreta. Así, la autora entabla una homología entre las actividades y la identidad de género. En última instancia, representa para las mujeres una ventaja realizar las actividades domésticas y tener mayor contacto con la "vida cotidiana" pues es un insumo para la creación poética. Ésta posición no deja de generarme aún más preguntas y, en cierta medida, escozor. ¿Es la "femeneidad" el sello de la poesía escrita por las mujeres? ¿los roles de género determinan los principales temas de la escritura? ¿dicha posición acaso no continua reproduciendo las representaciones sociales sobre los roles de género?

Bibliografía.

Pikouch, N (1990) Voz femenina. Una mirada a la poesía de mujeres. En Vía Pública. Cultura en Medellín. N 6, II.  Pag  11-12. Medellín